“Mi libertad
termina donde comienza la de los demás.” Esta sería una buena frase para empezar.
El ver dónde están los límites de cada persona. Ver hasta dónde podemos llegar.
No solo podemos hacer lo que nos apetece, sin ni siquiera tener en cuenta nuestro
entorno, tanto las personas como las circunstancias del lugar. Cualquier acto
que realices tendrá unas consecuencias y unas repercusiones.
Adentrándonos
en el mundo del patinaje y más concretamente dentro del patinaje urbano,
llegamos a una disyuntiva y es dónde se puede o no se puede patinar.
Basándonos en
las leyes, cualquier patinador tiene derecho a circular por la acera a una velocidad
reducida para no ser una “amenaza” para el resto de peatones, o en su defecto
por el arcén en el que caso de que dicha acera no existiese. Hay supuestamente
una normativa vigente sobre estos temas. Pero basándonos en la práctica, aunque
tu tengas el derecho de ir por donde va el resto de la gente, en algunas
ciudades te ponen multas si te ven circulando. Directamente te obligan a
detenerte y a circular a pie.
La mayoría
de los que defienden esta postura son personas que sencillamente aman patinar. Existe
una asociación, A.D.P.U. - (Asociación Defensoras del Patinaje Urbano) que han intentado
luchar para que se cumplan las leyes o directamente se esfuerzan para poder
cambiarlas, ya que en muchas ciudades los ayuntamientos han prohibido realizar
este deporte, como por ejemplo, Madrid. Consideran que si bicicletas y resto de
vehículos tienen derecho a un espacio propio, los patinadores igual. Y que ante
todo la calle es de todos por ser un espacio público.
Por otro
lado, la oposición, tanto personas mayores como políticos (como por ejemplo Javier Bee Sellares en Córdoba y Esperanza Aguirre en Madrid) proponen cambiar la normativa para que no se
pueda circular. Son personas que no ven bien que patinadores vayan por la
acera, porque consideran que este es un lugar exclusivamente para peatones y no
para “vehículos” con ruedas. Porque consideran que a fin de cuentas es una
amenaza para la persona que vaya al lado, ya que circulan a velocidades
distintas y en algún momento de despiste puede ocasionar algún pequeño
accidente.
Son
opiniones opuestas. A respetar cada una de ellas. Pero no pueden convivir la
una con la otra. Por lo tanto habrá que buscar soluciones alternativas para que
ambas opiniones puedan coexistir.
Habrá un
límite exacto en el que la libertad de uno no intervenga en la de otro, y por
lo tanto pueda así disfrutar del silencio.
Ana M.
Conejero
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